A lo largo de última década la creación musical ha consolidado una serie de procesos que llevaban largo tiempo gestándose paralelamente en otras disciplinas artísticas. Consecuencia del giro performativo de las artes, del abaratamiento de las tecnologías creativas y de una cultura audiovisual fuertemente arraigada, «lo musical» ha dejado de remitir a lo exclusivamente sonoro.
Es urgente, por tanto, ofrecer nuevos referentes y modos de abordar estas transformaciones, enriqueciendo los planes de estudios de intérpretes y creadores en nuestro país. Sólo de esta manera, el sector podrá responder a una necesidad de un público potencial, ávido de proyectos pan-disciplinares y que respondan horizontalmente a los grandes retos de nuestra sociedad.